Futebol

El triunfo feo de un Brasil triste

Uruguay lo bailó, lo apabulló y debió golear. Ronaldinho y Robinho se fueron insultados como nunca. Pero el Penta ganó.

De no creer. PABLO RAMON
Si Brasil no fuera Brasil, si esa camiseta no tuviera esa historia, si por la sangre de esos jugadores no corriera ese ADN, anoche era goleada en contra, vergüenza nacional, renuncia del DT, crisis institucional y suspensión de carnaval por decreto. Un consejo para la Conmebol: que Brasil no juegue más las Eliminatorias, que le den todos los partidos por ganados y le sellen el pasaporte para Sudáfrica. Porque si anoche no perdió, no pierde más. La gente se fue en silencio y eso ya es un triunfo en sí mismo, luego de que el equipo fuera silbado, la gente pidiera la cabeza de Dunga y dos de sus principales estrellas, Robinho y Ronaldinho, fueran despedidos por un coro sinfónico de insultos.

Es que Uruguay lo bailó como no lo hizo ningún equipo en ninguna cancha del mundo. Fue apabullado de principio a fin, los jugadores celestes ganaron las divididas, gambetearon más, tuvieron más velocidad, espíritu colectivo y derrocharon más talento individual en el reino del jogo bonito. Julio César fue el típico arquero héroe de un equipo chico que una noche las sacó todas, o casi. Maxi Pereira, los González, Cristian Rodríguez, Abreu, tuvieron actuaciones consagratorias. El Penta se expuso sin respuestas, con Ronaldinho gordo y lento, Kaká irresoluto, Robinho livianito y el resto corriendo sin ir a ninguna parte. El chiste, nudo de una tragicomedia en formato ciencia ficción, es que Brasil ganó.
Ganó primero por su arquero, segundo, porque Uruguay sintió miedo escénico en el instante decisivo. Porque Suárez eligió enganchar y hacer vaya a saber qué, en una jugada en la que picó habilitado, con Abreu solito y solo en el punto del penal para definir con el arco libre. Brasil sólo fue Brasil en las dos chances que tuvo Luis Fabiano, sólo porque demostró una frialdad de crack. Pero ambas fueron jugadas rotas, sin principio ni final. En la primera, pescó un pase que era para otro, y se aprovechó de que Carini creyó que jugaba con sotana. En la otra, un bochazo de Maicom derivó en otro de Gilberto, el goleador la pescó y a otra cosa.
Fue una picardía. Porque Uruguay jugó su mejor partido en años, o en décadas. El esfuerzo de los jugadores fue descomunal, conmovedor. Es una injusticia que este Brasil haya ganado con estas armas, con este desgano y ese desprecio por el compromiso.

Nota do Editor - O texto acima está postado no site argentino Olé e expressa o que aconteceu ontem no Morumbi, onde parecia haver 22 camisas azuis jogando contra dois ou três gatos pingados milionários de amarelo. Entediados. O futebol é apaixonante por não ter lógica, ontem isso ficou evidente na maior injustiça futebolística dos últimos tempos. É triste ter de concordar com argentinos. (Sidney Borges)

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